Acomodaré en estos estantes siempre que quepan, cosas y asuntos de ese siempre extraordinario almacén de ramos generales que es la vida. Escondido detrás del mostrador, de uno de verdad, empecé con ojos de niño a curiosear el mundo de todos los días, con olores a yerba suelta y querosén, a cebolla y lechuga y a extrañarme de la gente que veía todos los días y que en aquel entonces se me parecían a los diversos personajes de los circos que cada tanto venían al pueblo.
La página que estabas buscando en este blog no existe.
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