pá la noe
Noté,
en un momento dado
del vivir,
ese extraño diario abrir de puertas
en que ocupo tiempos
y también los malgasto,
que mi alma original
daba señales,
- por cierto inequívocas-
de cansancio.
Decidí,
-alguna poca duda desechada-
sustituirla.
Con culpas desapareciendo
tan veloces como los deseos,
hablé de tareas cumplidas,
del hacer bien
y muy bien
que acompañara
todo su trabajo.
Costó decirle que vendrían otras
especializadas,
que cada una a lo suyo,
temáticas,
configuradas según cada corazón
quiera,
que las habría una para cada etcétera
de los tantos,
especialmente algunas
dedicadas
al amor, al odio
y por supuesto a las venganzas,
que una habría que entendiera
los vagos asuntos de lo mezquino.
Y bueno, traté de explicar
lo inexplicable.
Sentí - es cierto-
el hierro de su dolor,
me regresó callada fríos culpables,
me vi ,
-estimo que correctamente-
abyecto y cobarde.
Entonces me animé
entonces le dije,
puedes quedarte...
ocúpate de mi.
j.n.viana
Montevideo. Setiembre 29 de 2010
Acomodaré en estos estantes siempre que quepan, cosas y asuntos de ese siempre extraordinario almacén de ramos generales que es la vida. Escondido detrás del mostrador, de uno de verdad, empecé con ojos de niño a curiosear el mundo de todos los días, con olores a yerba suelta y querosén, a cebolla y lechuga y a extrañarme de la gente que veía todos los días y que en aquel entonces se me parecían a los diversos personajes de los circos que cada tanto venían al pueblo.
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