jueves, 30 de junio de 2011

Michel Foucault.Su experiencia vital a su paso por las Instituciones

Michel Foucault . Nació en  Poitiers(Francia) y falleció en París un 25 de junio de 1984. Fue profesor en varias universidades francesas y estadounidenses y catedrático de Historia de los sistemas de pensamiento en el  Collège de France entre 1970-1984.


Por todo lo que ha significado su pensamiento en mi proceso de formación intelectual y personal, por todas las puertas que abrió en ese mi proceso, y por todas las amplias avenidas generosas por las cuales me hizo transitar en  reflexión y desde ellas ayudarme a  construirme como aprendiz de  cientista social, en este mes que significa simplemente una excusa para releerlo, es que recordé un breve ensayo que sobre sus sufrimientos en la dura negociación con todas las instituciones que desde el nacer nos esperan, y que con él y con su homosexualidad reprimida se ensañaron, es que pensé poner desde mi blog a consideración de la paciencia de Ustedes,  distraídos lectores que puedan entrar y leerlo. 

Este trabajo  lo  realicé   en el Curso 2003, de Psicosociología de las Instuciones, dictado por la Dra. Ana María Araújo en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad de la República. Uruguay - UDELAR -

Michel Foucault

Su  experiencia vital a través de las Instituciones 

Lic.Julio Viana



“El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre...una cuerda tendida sobre un abismo.”
Nietzsche. Así hablaba Zaratustra.


Preámbulo.

Intentaremos, o es al menos esta la idea que nos entusiasma y nos conduce en el emprendimiento de presentar a este personaje indivisible e inseparable de su obra que es Michel Foucault  en el intento imaginario de recorrer  juntos, buscando  establecer  proximidad y distancia,  en ese difícil viaje  con un ser humano extra-ordinario, difícil de aprehender, inaccesible a toda interpretación superficial, distante de cualquier juicio de valor que pretenda situarlo en escenarios convencionales, que transformó  su corta y fecunda vida, en un áspero viaje, siempre sorteando con dificultad... las dificultades, en un tránsito de fatiga y dolor a través de las instituciones a medida que cada una de ellas lo iba recibiendo y poseyendo .

 Tampoco nosotros,  tan sólo simples  obreros de este sencillo trabajo podemos separarlo de nuestras propias vivencias y experiencias.

Borges no admitía ser el hombre que escribió tales supuestas obras fascinantes de las letras latinoamericanas,  aceptaba  ser el  producto de los libros fascinantes que leyó.

Al acercarnos a Foucault, que también supo admirar a Borges y aplaudirlo asombrado en el descubrimiento, innumerables lecturas han llegado ágiles, a darnos aviso y ayuda en el momento de rescatar  emociones aturdidas y  en el descubrimiento de la estatura intelectual de Foucault, apoyándonos en ellas aportar sentido y significado, y no caben dudas, sostener  también la sorpresa y  pena de ver expuestos  sus sufrimientos. 

Nuestra pequeña trampa, la cual queremos por mínima honestidad, descubrir ya  en el principio, será poner a nuestro autor en esos escenarios espejados en la desigualdad, los de su imagen y los de la nuestra en la medida que tratamos de escudriñar, poniendo toda la distancia posible con morbos póstumos que tanto hubiera Foucault despreciado,  las etapas, verdaderas estaciones del vía crucis con el cual identificamos sin  juicio alguno de valor, su vida de persona.

La vida ... la obra.

“En cierto sentido, siempre he deseado que mis libros fueran fragmentos de una autobiografía. Mis libros siempre han sido mis problemas personales, con la locura, con las prisiones, con la sexualidad”
Foucault.

Así se expresaba en una entrevista en el año 1981, Michel Foucault, uno de los pensadores contemporáneos más brillantes. Es en cierto modo casi natural, que al abordar esta aproximación a ser humano de tal medida, a  la persona luego intelectualmente construída en personaje, esforzarse en develar y aportar a los interesados y curiosos de su trabajo, los  códigos y claves que él mismo aportara y que serían el hilo conductor y razón intelectual de su obra.
No mucho tiempo después, un 2 de junio de 1984, a la edad de 57 años, el filósofo francés, luego de sufrir un desmayo en la intimidad de su departamento parisino, era internado en grave estado en el Hospital de la Salpetrieme, de donde ya no saldría con vida. Una neumonía destrozaba sin piedad sus pulmones y accesos permanentes de tos y feroces migrañas lo atormentaban.

Esas últimas semanas de Foucault, internado casi que irónicamente en el mismo hospital que muchos años atrás lo había recibido como estudiante de psicología, y que le sirviera así mismo como escenario de creación para su Historia  de la Locura, no en vano esas mismas señoriales construcciones habían albergado en el correr de los siglos XVII y XVIII, a los carentes de discursos institucionales, diría el mismo, los mendigos, prostitutas , criminales, locos.  Foucault en cambio esperaba allí la muerte, rodeado de la hipocresía de una sociedad que todavía no asumía la dura realidad de enfrentar otra vez la peste, esa  que  lo consumía a él sin remedio :  Sida.

Los propios médicos hablaban de una extraña afección del sistema nervioso, mientras tanto el nuevo síndrome terminaba lentamente con el célebre paciente y uno de los cerebros mas geniales de ésta época.  Irónicamente el filósofo que había dedicado su tiempo vital al estudio de las víctimas institucionales , recibe en la práctica y en los hechos trato de moderno leproso, estigmatizado en la enfermedad ominosa, amén de  temida cual todo lo que se desconoce, era reprobada. A la desesperanza de curación ,  suma el dolor y angustia del oprobio. Muerte sobre muerte. El 25 de junio, al anunciarse oficialmente su fallecimiento, todavía se habla de tumor cerebral, su familia y todo el underground gay del cual había sido asiduo concurrente, conocían  en cambio la verdad.

A su muerte Foucault era  titular por derecho propio de un indiscutido y sólido prestigio académico internacional. Como filósofo comprometido con los hechos sociales de su época, había desplazado a Sartre de ese sitial. En un escenario  europeo en general y francés en particular en extremo convulsionado participó en infinidad de manifestaciones y proclamas en defensa de las minorías oprimidas, fueran éstas,  inmigrantes argelinos,  sindicalistas polacos,  refugiados vietnamitas o  militantes españoles empeñados en derrocar al dictador Franco.

Sus libros (dejó inconclusa su Historia de la Sexualidad, de la cual se publicaron tres tomos de un total de seis) fueron audaces y provocativos cuestionamientos a los sistemas educativos, carcelarios y sus preguntas sobre los orígenes de la responsabilidad moral, los fundamentos del gobierno, la naturaleza del poder y los límites del conocimiento científico, cuestionaron primero y debilitaron luego las bases de legitimidad de numerosas prácticas médicas, psicológicas, pedagógicas y políticas, obligando y presionando dentro de estrictos y elaborados diseños teóricos irrefutables, forzando desde estas posiciones  muchas reformulaciones.

Las ciencias humanas no han permanecido inmutables al peso de las preguntas de Foucault. La filosofía del derecho, la psicología  clínica, la historiografía y la sociología entre otras, diríamos que la totalidad del campo social, han debido mirarse nuevamente en profundidad y repensar sus premisas, buscar  nuevas armonías teóricas y metodológicas, para no estrellarse frontalmente con los nuevos espacios cuestionadores y la contundencia  de las interrogantes con las cuales obstinadamente el pensamiento foucaultiano los provoca una y otra vez, sin cesar,  preguntándose y preguntando  por la real naturaleza de los saberes científicos y la microfísica del poder. 

Para nada es ociosa o distraída su expresión reflexiva e interrogante de “ Las palabras y las cosas”:

 “¿Cómo hacer pensar a la gente lo que la gente no piensa?”

Foucault:  el filósofo, el ser humano ... sus máscaras.

[...] " No me es desconocido este caminante; hace años pasó por aquí. Llamábase  Zaratustra; pero ha cambiado.
Entonces llevabas tus cenizas a las montañas; 
¿Te propones ahora llevar tu fuego a los valles?
¿No temes el castigo que se impone al incendiario? " [...]
Así hablaba Zaratustra.
Nietzsche.

Según recuerdan y manifiestan quienes eran sus íntimos, y bien sabemos hoy cuan pocos eran los dueños de tan raro privilegio , era un hombre reservado, extremadamente discreto, de largos silencios, siempre sobrecargados de tensiones y enigmas. Solamente el desgaste sicológico y físico de sus últimos días, debilitaron las  barreras construídas desde largas congojas  y que supo mantener durante toda su vida, en el vano intento de  proteger sus emociones de la vista y el conocimiento del mundo circundante. 

Vivió muchas vidas diferentes, separadas por rígidas fronteras, compartimentación extenuante que aún así  las  mantenía con férrea y obsesiva disciplina.


Fue un académico de prestigio  inmenso, provocó al andar,  tantas adhesiones y amores incondicionales ,  como  rechazos viscerales y odios irracionales . Fue un activista político comprometido no sólo con su comarca sino con el hombre planetario. Hurgó, a veces en los imprecisos límites de  la perversidad,  en las subculturas urbanas contenidas y reprimidas en los dobleces de la sociedad burguesa, a la cual aceptado  o no, pertenecía, y de cuyos favores gozó como cualquier  buen burgués sibarita. Supo también concentrar su vida y su cerebro, en un encierro intelectual a cal y canto, y cual extraño monje medioeval vivir en los límites físicos de  resistencia  y abstinencia en largos procesos solitarios  de investigación y estudio.

 Fue también desde su celebridad académica,  un notorio homosexual y como tal ya en las postrimerías de lo que fue su vida,   participó desafiante en 1982 en el Desfile del Orgullo Gay en Toronto, Canadá .

Su vida en definitiva no transitó por apacibles senderos de paz y armonía, la intención y alguna tentativa  de quitarse la vida, fueron también parte de su existencia. Mantuvo a sus familiares y sus íntimos, entre ellos a Daniel Defert, quien fuera su pareja  por más de 23 años,  siempre compartimentados de la mayor parte de sus actividades y  proyectos en curso.

 En su último mes, mes de agonía,  Foucault recibía en forma cotidiana la visita de Hervé Guibert, a quien conocía desde 1977.  Era éste un jóven y  ambicioso  fotógrafo de talento, periodista del diario Le Monde en temas afines a su profesión, poseedor de una agraciada presencia física y una personalidad pendular,  entre lo angelical y lo diabólico,  verdadero dandy posmoderno  de la escena parisina, encantador, dueño de un verbo ágil e inteligente a la conversación, en constante competencia por ser el más elegante y brillante de los jóvenes intelectuales gays que frecuentaban la casa de Foucault.
Fue su último amor, y el que aprovechando su debilidad enfrentado a la muerte le robó también al final de su vida sus secretos tan celosamente guardados, los cuales expusieron  a Foucault,  seis años después de su muerte a un nuevo y  póstumo gran escándalo, cuando fueron hechos públicos  disimulados bajo la forma narrativa primero de un cuento breve bajo el título de “ Los secretos de un hombre”. El texto  desarrolla la historia de  un cirujano poseso trepanando  el cerebro de un filósofo y encuentra los “discursos sin máscaras” “los túneles llenos de reservas, secretos almacenados, inconfesables e inconfesados episodios de infancia “. 
Luego vendría , quizás en texto más explicito y en formato de novela “Al amigo que no me salvó la vida”, en donde sus biógrafos pudieron sin ningún esfuerzo reconocer a Foucault, a Defert y otros de su círculo, y también sórdidos detalles de prácticas sadomasoquistas escondidos en Muzil, personaje central de la novela, filósofo también por añadidura, en quien nadie  puede dejar de  reconocer a Foucault.
           
A Guiber,  que no había  esperado demasiado  para traicionar la memoria de su amigo, y que publica sus relatos en 1988, lo alcanza también sin mucha demora el destino bíblico de la traición , judas moderno consumido por los demonios que lo persiguen y por su propio y personal Sida, se suicida en 1990 con una sobredosis de barbitúricos.


Paul-Michel Foucault y la familia patriarcal

“Querido Padre: hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo. Como es habitual, no supe qué contestarte;  en parte, porque en la justificación de dicho miedo intervienen demasiados pormenores para poder exponerlos con una aceptable consistencia.”
 Kafka. Carta al Padre.


         Sus mecanismos de evasión : No será Paul... tampoco  cirujano.

Paul-Michel Foucault, nació el 15 de octubre de 1926 en Poitiers, una vieja ciudad romana, con una población no mayor a los 45 mil habitantes, era entonces de hecho y de derecho un provinciano, lo que pesaría en su vida años mas tarde  en el presuntuoso y sofisticado ambiente intelectual parisino. Fue el segundo de tres hermanos. Francine su hermana, era 15 meses mayor y su hermano Denys, cinco años menor. Todos de mucha semejanza física entre sí, en sus cabellos rubios, sus ojos azules y sus prominentes narices.
En la familia paterna, era tradición que el primogénito  se llamase Paul,  y fuere  médico. De lo primero lo liberó el carácter de su madre, que negoció Paul guión y  Michel como nombres de pila, aunque fue conocido hasta su mayoría de edad como Paul. 

 Al llegar  ésta ,  eliminó legalmente el nombre impuesto, quizás liberándose así, simbólicamente,  también de su padre , de quien renegó siempre  su carácter severo, autoritario e intransigente.  Su abuelo paterno, Paul Foucault, también fue médico según imponía la tradición familiar, pero  en lo que no se disciplinó a la misma ni ajustó para nada su conducta, fue en lo referido a su postura vital, hombre bohemio, descarriado bebedor, de ideas socialistas descalificantes para su época y clase social, ejerció la medicina como un arte entre los más pobres, sin cobrar casi nunca, por lo que simple consecuencia aritmética, terminó muriendo tan pobre como su clientela, no dejando otra herencia a sus descendientes que su nombre en una calle que el Municipio de Nanterre designó e integró a su nomenclator con su nombre y título: Doctor Paul Foucault.

Paul Foucault, hijo, no repitió la historia ni la experiencia, por el contrario, se hizo cirujano, trabajó para las elites, contrajo un muy conveniente enlace matrimonial con la acaudalada hija de uno de sus profesores, de quien a su muerte heredó, prestigio, clientela fina y caras propiedades.
Cuando Paul-Michel, nació, ya su hogar era un lugar cómodo y próspero,  y tal fue el tono en el cual se desarrolló su primer infancia y su adolescencia, protegido del autoritarismo déspota de su padre por la bondad  de su madre Ann.
Fue educado católico, tomó la Primera Comunión, y llegó a integrar el coro de su Iglesia. El álbum familiar encuentra al niño de grandes ojos azules  y en asombro vistiendo ropajes clericales  de monaguillo. Estas experiencias le ayudaron a escribir años más tarde sobre la Iglesia Católica:

“Es un instrumento de poder soberbio..., tejido por completo con elementos imaginarios, eróticos, carnales y sensuales.”




Michel Foucault y la escuela

“Aquí se cuenta la historia de un tigre que se crió y educó entre los hombres y que se llamaba Juan Darién. Asistió cuatro años a la escuela vestido de pantalón y camisa, y dio sus lecciones corrientemente, aunque era un tigre de las selvas; pero esto se debe a que su figura era de hombre...”  Juan Darien.  Horacio Quiroga.

En 1943 concluye con notas sobresalientes y le gana, no sin lesionar para siempre la relación familiar, la pulseada a su padre y se evita para sí el determinismo de un indeseado futuro como médico. Algunos biógrafos sostienen y otros rechazan la existencia de un episodio comentado por algunos de sus amigos, y que según ellos siempre vivió en él, la terrible experiencia a la que le obligó su padre, siendo poco más que un niño, ingresar al quirófano y presenciar la amputación de una pierna, procedimiento que llevaba la pretensión paterna de endurecer y virilizar su personalidad. Por el contrario este episodio, que llenaría de horror y terror sus pesadillas nocturnas toda su vida, estuvo presente en su   intento, de suicidio en su época de estudiante, hecho sobre el cual existen distintas versiones. y en uno de  los cuales  se tajea brutalmente el pecho. 

Es tiempo de estimar que ya estaría procesando con angustias, miserias y miedos juveniles, su homosexualidad.   Ingresa a la Ecole Normale Superieur de París, lugar de privilegio para sobre dotados intelectualmente y se inclinó por el estudio de la Psicología, habiendo tenido profesores de la altura de Henry Ey, Jacques Lacan,  y otros, su capacidad intelectual unida a su meticulosidad perfeccionista lo hizo transformarse en un experto en el manejo del test de Rorscharch.

Didier Eribon, uno de sus biógrafos, está dentro del grupo que  vincula sus intentos de suicidio en esta su época como “normalista” con las terribles angustias provocadas por el manejo culposo  de su homosexualidad. Otros autores no dejan de lado y suman a esta hipótesis, las tremendas presiones  a que eran sometidos por las exigencias de la Escuela, en un ambiente de permanente competencia que era tradición institucional, siendo permanente el recordatorio a la larga lista de celebridades que habían pasado por dichas aulas, desde Emile Durkheim,  Raymon Arón,  Jean Paul Sartre,  Georges Canguilhem y otros. Fueron así mismo sus compañeros estudiantes, aunque no todos de la misma generación, Jacques Derridas, Jean Ranciére, Luis Althusser  entre otros que luego  serían prestigiosos intelectuales.

Algunas de sus pesadillas infantiles, quedan expuestas en El Nacimiento de la Clínica, donde establece nexos entre los impulsos sádicos y el origen de la medicina moderna , también en Vigilar y Castigar, en donde ubica a su lector en primera fila,  a presenciar, a dolerse o gozar  del suplicio por desmembramiento del regicida Damiens hecho ocurrido el 2 de marzo de 1757.
La violencia y la crueldad excitaron la curiosidad y el interés de Foucault durante toda su vida. En ocasión de sus viajes a EE.UU. en los 70s.  a dictar conferencias en prestigiosas  Universidades del Oeste, aprovechaba sus noches libres para frecuentar en desenfreno , los centros de sado-masoquismo que proliferaban en aquel entonces  en Los Angeles.

Tuvo su guerra privada con el fascismo, pero según él, no solamente contra el visualizado en las figuras de Hitler y Mussolini, sinó el oculto, el que anida en la cabeza de la gente.

        Su homosexualidad y la potencial  publicidad que pudiera tomar la misma, le generaba grandes preocupaciones, además de culpas; pretendiendo hacer carrera en la Enseñanza Universitaria, sabía que su conducta homosexual destruiría la misma, viejas normas administrativas francesas, determinaban como un requisito imprescindible para acceder a cualquier cargo en la administración Pública “una moral intachable” y en esos tiempos  había normas específicas que consideraban inmoral a dos hombres bailar uno con otro, o concurrir a lugares en donde se practicara la pedestería, y en Francia los profesores son empleados estatales.


Foucault y el  “establishment.”

“Las tres leyes robóticas.
  1. Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando estas órdenes están en oposición con la primera ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no esté en conflicto con la primera o segunda ley.
        Manual de Robótica. 56ª. edición año 2058.”

         Yo, Robot.  Isaac Asimov.

A su muerte el prestigioso y siempre políticamente correcto diario Le Monde, señaló que Francia había perdido no sólo a un gran filósofo, sino a un combatiente de las causas populares.

Durante un tiempo en la década de los 50, inducido por Althusser, se afilió al Partido comunista francés,  seducido confeso  de Nietzsche, al  punto que en su aproximación al marxismo se definía como un marxista nietzschiano. pero pronto dejó de cotizar y  pagar su afiliación , confiándole a sus íntimos su desencanto y rechazo al machismo homofóbico de muchos de sus dirigentes y militantes. Nunca más se asoció a partido político alguno, sin embargo sus actividades políticas y militantes adoptaron diversas formas, todas ellas de compromiso.

En los 70 formó  el Grupo de Información de   Prisiones, que se  mantenía  vigilante sobre el poder que la Institución Prisión ejercía sobre los ciudadanos detenidos.

Ayudó a organizarse a los disidentes soviéticos, cuando los mismos eran aún vistos como traidores al comunismo y cipayos a sueldo de las grandes potencias occidentales y sus aparatos de propaganda ideológica, guerra fría o paz caliente en pleno apogeo, apoyó  las campañas francesas que intentaban legalizar y despenalizar el aborto y participó de infinidad  de actos de solidaridad con los grupos de inmigrantes y minorías étnicas tercermundistas en Francia.

No obstante  su postura contestataria, procuró y obtuvo del establisment,  agregaturas culturales en el extranjero, destacándose como conferencista  con sólida erudición en literatura y arte francés. Escandalizó y logró sacar  a los suecos de su pasmo helado a bordo de un lujoso Jaguar estrepitoso y en el jolgorio desenfadado y ajeno a toda convención de  las fiestas pobladas de “gays” que realizaba en su casa, mostraba así mismo las  aristas burguesas de su historia personal, en el gusto por la gastronomía cara y exótica. 
También se hace justo acreedor a la expulsión al violar el estatuto diplomático que lo amparaba  al brindar apoyo a estudiantes  argelinos que pertenecían y militaban  para el Frente de Liberación Nacional.

        Fue designado para iguales cargos en Polonia, donde los Servicios Secretos no lo dejaban en paz y lo vigilaban con descaro y sin descanso. Alemania lo recibió en los primeros años de los 60 y luego en el 67 y 68 estuvo en Túnez, en donde inició el ritual que lo acompañaría hasta la muerte, afeitarse con coquetería la cabeza para ocultar su incipiente calvicie que lo humillaba. 

Vuelve a la Francia justo al tiempo de observar como París regresaba lentamente a la normalidad luego de los tumultos del mayo del 68, con su prohibido prohibir y la advertencia dura y lírica al sistema de que quizás cortaran las flores pero no detendrían jamás la primavera, ese era también claramente el mensaje y el sentir de su corazón y de sus sentimientos, sabiéndolo o intuyéndolo, y en el pesar de que  a diferencia de Sartre que si lo hizo, no participó, ausente, en las revueltas. De todas maneras el mundo estudiantil antes, durante y después lo consideró,  lo amó y mimó como uno de los suyos.
Un 25 de junio de 1984 a la edad de 57 años falleció Michel Foucault. 
Un  29 de junio de funerales, varios cientos de personas, entre las que se encontraban la elite  del París intelectual y artístico, alertadas de la intimidad extrema en que se desarrollaría  el sepelio , se  reunieron en espontánea convocatoria, de pesadumbres y congojas , fuera de la morgue del Hospital de La Pitie-Salpetriere a escuchar una voz quebrada por la emoción que comenzó a leer:

¿De qué sirve esforzarse por saber, si sólo se asegura la adquisición de conocimientos y no, en cierto sentido  y con la mayor  extensión posible, la desorientación de aquel que sabe?[...] ¿Qué es hoy la filosofía, es decir la actividad filosófica- sino el trabajo crítico del pensamiento sobre el pensamiento, sino consiste en un intento de conocer y hasta que grado es posible pensar de modo diferente, en lugar de legitimizar lo que ya se sabe?

La voz, la pena y también las lágrimas, eran de Gilles Deleuze, el texto, un pasaje profundo y rotundo recortado de la Introducción a El uso de los Placeres,  uno de los últimos libros publicados de Foucault. No es necesaria demasiada imaginación para recrear ese espacio,   la magia conmovedora,  plena y repleta del genio y del duende , de vida múltiple, rápida y bebida hasta extremos y límites donde lo desconocido engendra y potencia miedos en los comunes.
Que no lo era, ser extraordinario, carismático, auténtico y osado portador de visiones contrarias desde los llanos espacios de los dominados,  diferente y diverso, generaba  vínculos alucinantes partiendo desde la sensibilidad de   sus personas queridas, que lo lloraron con amor , en desconsuelo y sin medida.

      El cortejo se dirigió a 300 kilómetros de allí. Hasta el  pequeño cementerio parroquial  de Vendreuve du Poitou,  en donde  esperaba Michel Albaric, sacerdote domínico de Saulchoir, amigo de familia a cargo  del sepelio.  A la biblioteca parroquial, en la cual Foucault encontró  refugio ,paz y  ámbitos de  serenidad para el desarrollo de algunos de sus trabajos,   contradictorio contumaz hasta el  fin,   aún en su postura  anticlerical ,    más agnóstico que ateo,  legó y destinó  parte de su fortuna  .

 Finalmente, el ritual fúnebre que acompañó a Michel Foucault, debe haber sido del agrado de su espíritu.  En un espacio de sobria  ceremonia de meditación y recogimiento, rodeado de pocos, tan sólo  familiares y amigos íntimos.

El sacerdote luego de  largo silencio, arrojó rosas en su tumba abierta, exclamando:
Que Dios te guarde,  Michel.

Enfrentados nosotros a su  tumba, rotunda de muerte, entierro y realidad, en la fantasía onírica de un extraordinario privilegio otorgado en sueños,  hubiéramos intentado llevar paz y armonía a su alma, despertando su emoción, invitándolo, y creemos también que al compartirlos se habría identificado plenamente en la dolorida y sufriente belleza de estos versos  :

Tomé en la mano mi Poder
y me fui contra el Mundo.
No era tanto como David tenía,
Pero yo era dos veces más osada.
Apunté mi guijarro...
más yo misma, fue todo lo que cayó.
¿Era Goliat muy grande
o era yo muy pequeña?

            Emily Dickinson. 1830 -1886


REFLEXIONES Y DISQUISICIONES FINALES



    • “Represéntate ahora el estado de la naturaleza humana respecto de la ciencia y de la ignorancia, según el cuadro que de él voy a trazarte. Imagina un antro subterráneo que tiene todo a lo largo una abertura  que deja libre a la luz el paso, y en ese antro unos hombres encadenados desde su infancia, de suerte que no puedan cambiar de lugar ni volver la cabeza, por causa de las cadenas que les sujetan las piernas y el cuello, pudiendo solamente ver los objetos que tengan delante[...]”.Platón. La República.


    ·         ¿Qué hacés?
               Leo - respondí sin mirarla.
               ¿Qué cosa?¿Qué es leer?
               Palabras.
              ¿Están todas en el libro que lees?
              Todas.
                  Juan Carlos Onetti.
                  Cuando ya no importe.
               




          A  Modo de  Conclusión

    Un trabajo  está terminado, cuando quien lo suscribe, aquel que lo ha autorizado, se satisface en él, se reconoce en él, cuando lo siente, trascendido más allá de lo mero  racional, concluído.

    Dentro de este marco y método, el haber de intención, el sostener como ideario de propuesta, juntar a Foucault y a nosotros en escenarios  existenciales comunes por más que diferentes, realmente ha sido un gratificador y estimulante desafío.
     Conociendo su vida, entenderemos mejor sus ideas. Conociendo sus ideas, no tememos aseverar que comprenderemos y seremos justos y generosos con su vida. Todas ellas, el haz completo,  sin  estetizar ni aplicar proceso alguno de aligeramiento,  aún en aquellas difíciles de ubicar en las prolijas comodidades de los cánones convenientes.

     No  otra ha sido la  meta, dar forma cotidiana a  episodios vitales de quien sin habernos invitado nos introducimos en su vida. Corporizar, hacer aprensibles las abstracciones, que no por serlo deben ser abstrusas,  está también en el espíritu de nuestro intento.

    Toda construcción humana, intelectual en este caso, no aspira alcanzar perfección o finitud alguna –menos aún puede para nosotros ser una pretensión legítima- nos es suficiente crédito ser mero admirado lector, atrevido a escritor, saliendo no sin timidez a una proximidad de tuteo con una personalidad de las características y complejidad de nuestro personaje, objeto de este trabajo. 
    Sabemos de las medidas  humanas, conocemos las nuestras . Tampoco tómese esta aseveración como un acto  soberbio.  Todo este proceso de aproximación a Foucault, solamente aceptaría la culpabilidad de haber sido  pretencioso de procurar  un episodio de satisfacción espiritual y su alimento. Si se le encuentra valores compartibles, aún mínimos, mejor y mas satisfacción . Foucault diría:

    “Debe recalcarse que yo no suscribo sin restricción 
    lo que he 
    dicho en mis libros”

    Este cuando que mencionamos, como espacio temporal, se proyecta también, hacia esa otra dimensión-cuando, dimensión de los pensamientos transformados en conceptos, dentro de un bien cerrado  espacio, acomodado y satisfecho dentro de  sus perímetros,  desde lo simbólico, en el imaginario que de antemano intelectualmente habíamos ideado.

    Así mismo lo expuesto, lo comunicado, la expresión de la idea a la cual hemos ligado y adherido casi siempre trabajosamente todo el edificio discursivo hacia donde dirigimos la propuesta, ha transportado siempre la honesta  mínima osadía de exponerse francamente en desnudez, al tiempo  que como todas, cómplice en   pudores coloca  cierta  incomodidad en la revelación .

     Resulta complejo distanciar, discutir personajes de tal peso crítico, sin que en ello intervengan en forma explícita, toda la carga personal que los autores en sus descubrimientos, trasladan y ponen en sus lectores al descubierto. Transferencias y contratransferencias.  Toda la libido encendida en la ansiedad y curiosidad, dispuesta, pronta  a dispararse y a partir de allí iniciar desde el casi desorden, desde el caos, la búsqueda del nuevo saber.

    También funciona el cuando, en el prudente tomar tiempo y distancia del  objeto , ese complejo y fatigoso proceso  durante el cual hacemos real la construcción idealizada en nuestras mentes,  criatura recién creada y nos permitimos verla, tocarla, olerla, sensualizarnos en la belleza que al momento de darle vida soplamos en ella y entonces, finalizado ese proceso por demás agónico, sentimos armonía, descanso, paz, nos sentimos sencillamente en bién-estar y  desde ese conquistado espacio, compartir el logro.

     Bajo ninguna forma o manera discurrir escribiendo nos acerca a  categoría  de autor,  figura   conceptual de Foucault, que sólo se compadece y se concede, únicamente es compatible con aquellos  capaces de crear textos, creadores y multiplicadores ad-infinitum a su vez de otros muchos textos, y con ello la apertura a posibilidad sin límites. 
    En  sus propias palabras:      iniciadores de prácticas discursivas, les llamó.

     Lejos estamos de tal posibilidad, a la cual aludimos en única razón de hacer explícito, lo que de todas manera debe estar supuesto.
               
    Líneas antes, quedado Foucault en la paz de su tumba, ya hecho  historia, ya parte de memoria, reflexionaba,  cavilando  a solas conmigo, que aún desde la serena satisfacción de la construcción lograda, gestada en el  diálogo fecundo con lecturas recientes y sus producidos, que me devolvían toda vez requerida, los matices de pasión, los ardores de las luchas, el juego sutil de fantasías e ilusiones corporizándose, también y humanizando persona, actores y personajes, los pequeños y grandes quebrantos y debilidades, materializadas en secuelas de pequeños y no tanto, los distintos y diversos escenarios y escenas de frustraciones y sufrimientos del personaje y  su vida tomados en préstamo para estas reflexiones.    Cada uno en su medida, cada uno en la medida. Aún así presentía que faltaba algo. Por lo tanto faltaba  el todo.
    No obstante, hecho  balance, encuentro y allí están explícitos, accesibles, disponibles, expuestos  desde la sencillez y con respeto, desde la honestidad sin piedad, todo el fatigoso proceso, la dinámica complejidad existencial, luminosa y creadora de las vicisitudes que son las que producen en definitiva esas  instancias de cruce de Foucault-Persona, Foucault-Autor, Foucault- Realidad, en el compromiso   de sortear  las corrientes vitales, de enfrentarse a las encrucijadas, de decidir caminos, permitirse la audacia de recorrerlos aún sabiendo que de trecho en trecho lo esperan ceñudos personajes emboscados, antiguos brujos temerosos, en extremo  peligrosos por tanto. 

    También un nutrido panteón de viejos  dioses, descansados en la cómoda legitimidad de muchas sumas de obsecuencias, es en ese escenario que resuena la discordia, la voz que llama a pensar y repensar, no hay posible duda del estruendo y conmoción causada. Y esa es algo de la idea. También el por qué y las presunciones elaboradas en torno a ese por qué  lo temen,  casi sin pretenderlo  trae y se enfrenta a esos dioses diferentes, arrastra tras de sí corrientes ciertamente emparentadas con viejos  demonios, “vigilar y castigar”, la neo-inquisición normalizadora , es de verdad que tantos y por tanto tiempo, excluídos de discursos, de ser liberados no habrá duda  que transgreden, que contestan irrespetuosamente a los viejos tiempos y sus inamovibles paradigmas, peor aún, quizás hieren de muerte, probablemente de ser dejados en libertad, derroten, y al  producir y crear sin cesar todo un sinfín de interminables correlatos, que estructuren una nueva realidad a la cual aún en el disenso, y aún a éste lo convierte por el absurdo en una de sus principales herramientas, deban detenerse  los sentidos, aguzar el oído y escuchar, avisar el entendimiento y comprender, aunque no necesariamente se esté de acuerdo.

    Es a la osadía de Foucault, dueño y señor feudal de sus discursos, magistral autor, arqueólogo sin igual, de todos, de nosotros  y de sí mismo, que en definitiva deben su razón de ser estas páginas.

    Desde un horizonte poblado de  lecturas  antropológicas, y por lo tanto nada menos  que en la proximidad curiosa de la búsqueda del hombre especie y su cultura, y  en los cuales con más asiduidad  instalamos nuestros intereses, sentimos, interpretamos  el pensamiento foucaultiano penetrando profundamente en la disciplina, bueno es decirlo, no siempre amorosamente, más diríamos, que muchas veces más próximo a espacios y tiempos  ancestrales de brutalidad, golpeando  impío, abriendo heridas nuevas y golpeando, tanto en las antiguas como en las recién abiertas, sin consideración, inmisericorde. Sal en las llagas. La antropología, deberá soportar esta cura en dolor, deberá soportar los embates ideológicos de Foucault y desde la solidez epistemólogica que enmarca metodológicamente a la disciplina, responder con nobleza y buscar el enriquecimiento:

    “¿Qué valdría el encarnizamiento del saber si sólo hubiera de asegurar la adquisición de conocimientos y no, en cierto modo y hasta donde se puede el extravío del que conoce? Hay momento en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir distinto de cómo se ve es indispensable para seguir contemplando o reflexionando[...] Pero ¿qué es la filosofía hoy –quiero decir la actividad filosófica- sino el trabajo crítico del pensamiento sobre si mismo?¿ Y si no consiste, en vez de legitimar lo que ya se sabe, en emprender el saber como y hasta donde sería posible pensar distinto?” Foucault, M., 1998: 12.

                Sus obras, a las que muchos eruditos, cantidades impertinentes de sabios diversos  y demasiados charlatanes de todo el orbe, han acudido en tropel, unos en sentido y en propuesta de amor y respeto hacia quién  recuerdan y  ritualizan como maestro, los otros clamando ejemplar venganza contra quién los golpeara y aturdiera, nuevo anticristo,  dejándoles el duro legado de iniciar otra vez el duro camino de enfrentarse a descifrar nuevos e intrigantes jeroglíficos. Algunos otros simplemente, casi  que honestamente, lucrando.
               
    Ya nada es cómodo, ya nada es como era, para bien o para peor, pero de tales premisas, se adhieran a ellas en fuerte discurso, o sean susurradas en temor en los pasillos intrigantes de  elegantes academias, todos lo saben. Todos sabemos ahora, el nuevo mensaje, también sabemos que embarcarnos en él, es respetar las reglas, permitir que bordeando peligrosos límites sádicos, flagele nuestro intelecto, que le permitamos regodearse, soberbio e insultante, en su premeditada muerte de los conceptos ciertos, seguros y cómodos, llevando a sus lectores a la más profunda sentina de las galeras, al esfuerzo creador dinámico, fértil y paridor.  Bíblico en dolor como éste, por supuesto. Nadie pretenda, nadie aspire ingenuamente, a introducirse en el laberinto que Foucault le fija como hijuela intelectual al  mundo, sin sacudir de sí mismo, sin alterar casi sin compasión los apacibles currículos en los cuales nos sentíamos seguros, cómodos, tranquilos. Los viejos buenos tiempos, ya no serán tan buenos, pero sí ... serán viejos.

     Nietzscheano absoluto y visceral, acude siempre, no olvida nunca, beber hasta saciarse de los jugos vitales , en las raíces profundas en  entierro, en la áspera rugosidad del tronco sólido y en la frondosa copa del árbol magistral, en donde ocultos pero existentes, sabe que están allí, y allí encontrará los nutrientes que busca y necesita. Son los mismos frutos que en devolución, en alimento, en el ejercitar de su propio y vocacional magisterio, en el dominio de sus universales espacios aúlicos, en la magia carismática de su genio docente, trasladará, llevando calor y luz, como los viejos fuegos inextinguibles, poblará las incertidumbres fermentales y  las inquietudes agónicas de sus discípulos. Y al fin, a todos nosotros en nuestras respectivas medidas.
                      
    Veamos si me entiendo, veamos en definitiva, si puedo alcanzar elaborar un texto y dar de él explicaciones inteligibles. Sería estúpida soberbia y pretenciosa meta, desarrollar seudo-sesudas razones sobre Foucault, autopsiar sus obras, creer que se puede abrir cualquiera sea de sus libros y así sencillamente, en ámbitos como el presente, de por sí iniciáticos del quehacer intelectual, tanto de creador  como de  criatura, y extraer de allí  verdad a trasmitir. Ni aún desde un uso abusivo e irreverente, para el caso específico, negligente por impericia, de su  impertinente y provocadora caja de herramientas, no nos transforma ni nos titula en saber alguno, no nos estuvo proponiendo el viejo fauno calvo,  un sistema intelectualmente bravucón prepotente, no practicó como sistema la prudencia, pero no lo hizo pecador de imprudencias,  nos dio la posibilidad de optar por el instrumento con que enfrentar a los  prepotentes, sin encerrarse ni encerrarnos en herméticos a la vez que estériles paradigmas;  epistemológicamente estamos hablando de un salto gigante, de medidas inconmensurables.

    No puedo dejar de sentirme y me siento, muy próximo a Deleuze su amigo  “complice” , quién alguna vez y día lo definió como el poeta  autor que había construído la Arqueología del saber,  derramando en sus páginas, ausentes  de toda economía, la poesía,  poiesis, creación total,  a la par de regalar ausente de todo lucro,  su genio superior, pero empeñando en ello  el corazón. Foucault, sólo  consideraría la opinión, de validarse a la poesía como institución liberadora, esta es la idea fuerza de toda su obra. No temer los desacuerdos.  Bucear ansiosos en éstos, sabedor confiado , es en la fatiga de la búsqueda que se obtendrá lo nuevo.
    No es  generosidad fácil, ni escenario y acto lujurioso de  narcisos arrojándose flores en el mismo estanque,  como algunos de sus críticos mezquinamente, enfrentando desde la mediocridad al genio superior, dirán, “se tiran flores”. Están allí expuestos los argumentos, es solamente necesario el simple acto alfabeto del descubrimiento, está  en su escritura, se le encuentra en el  siempre laberíntico y no fácil proceso de traducir significados velados y explícitos, un juego sensual de  descubrimiento,  la curiosa mirada al otro diferente, la pulsión ansiosa de aprehender, de poseer lo deseado.
    Muchos observan su obra desde la laxitud, también algunos muchos la descalifican o trivializan desde la incomprensión. Casi todos ellos se han negado un esfuerzo más, los tiempos no caducos de eterno retorno a tiempos de pensamientos frivolizados y hechos sumisos, lo superficial y anodino , fácil multiplicación de información y circulación cultural digerida, atomizada, sometida en sus esencias, fácil y rápida lectura, correctas, por lo tanto sin el más mínimo riesgo de preguntas , reader digest, aviso antiguo de globalizaciones nuevas, masificación, procurando el no pensar, la felicidad del tener, no es nada sencillo aproximarse a las orillas  que  acercan a  límites de peligro, pecaminosos,  de agotamiento, allí donde cede toda autoridad, en donde se resigna, donde reina la certidumbre, doña y tirana de viejas y dóciles estructuras, y allí  es donde se encuentran, donde residen, viven, sienten, a veces aman,  otros sentimientos que la moral dominante teme y reprime :  Foucault y los significados.
               
    La vorágine de curiosidad con que atrapa Foucault la sexualidad, su concepción intelectual y el diseño que hace con su pensamiento  de lo que el sexo representa , en lo que se permite,  en lo que se admite, y en lo que no,  cuanto es el cuanto de lo que es  reprimido, ese ritmo intelectual no pierde jamás su armonía,  se desplaza incontinente a través de toda su obra, su aprehensión sólo requiere y llama a toda voz a los  intérpretes. Devengan estos de represores, o reprimidos. O ambos, de hecho y asumámoslo de una buena vez, en relación harto frecuente de viejos cómplices , atávica y lujuriosa pareja  en convenida   unión libre.

     Lo sabía, lo hizo  manifiesto más de una vez, pensamos que también era lo que deseaba, su letra irreverente, transgrediendo, agónica, pretendiendo despertar, golpear en la sensibilidad dormida en los precisos sitios amables y tibios,  cómodos, ciertos y previsibles, arrulladas en discursos digeribles, pero también Foucault sabía cuanto de falaz e hipócrita estaba también instalado en comodidad  en tantas digestiones satisfechas. También y por si no ha quedado aún claro de la lectura de sus libros, sabemos inmediatamente que desde su lugar de observación, no hace de su mirada escrutadora y curiosa con que  fija atención en la sexualidad, una obsesa idea genital, solamente vinculada, preocupada, dictada por el sexo. Concentra interés en otros  espacios, concéntricos o no, que eso no importa, ya que si importan las ideas que despierta, la visualización y con ella la concientización del cuerpo,  la valoración de los cuerpos. La obediencia que  nos fija y declara en las búsquedas no sólo de placeres sino de felicidades. Así nos acerca a éste su pensamiento en  La voluntad de Saber.

    “Entre cada uno de nosotros y nuestro sexo, el Occidente tendió una incesante exigencia de verdad: a nosotros nos toca arrancarle la suya, puesto que la ignora; a él, decirnos la nuestra, puesto que la posee en la sombra. ¿Oculto, el sexo? ¿Escondido por nuevos pudores, metido en la chimenea por las tristes exigencias de la sociedad burguesa? Al contrario incandescente. Hace ya varios cientos de años, fue colocado en el centro de una formidable petición de saber.” Foucault, M.,1998 : 95, 96.

    Creemos no equivocarnos en observar dos tipos de pensamientos que viajan paralelos sin que ello implique que sean ni contrarios o enemigos. La sexualidad  en lo que hace a las disciplinas del cuerpo, a sus economías y la otra quizás más propia de valoraciones biologicistas cuando de la misma sale la pulsión-explosión, que perpetúa la especie.
               
    Qué Puedo?... se pregunta.
    Qué es el Poder?...  repite.

    Parece ser  túnel interminable, gran escenario por donde a velocidades que aturden y confunden viaja incesantemente lo social y los humanos,  actores agónicos en la obra .

     Foucault, lleva y trae sus concepciones  conmocionando siempre,  y  conmoviendo sin cesar. Nos quita el  piso cierto , debilita  nuestras firmezas, para llevarnos a la incertidumbre y convencernos  de que ésta, puede constituir una excelente compañera de la verdad.
     Para mucho escándalo nos quita el fácil, infantil gozo de ir contra el poder desde nuestras inseguridades, en lo básico, nos descubre la existencia de  leyes impresas en nuestros razonamientos, las que permiten a este relacionamiento y razonamiento su perpetuidad. Nos quita de golpe la idea cómoda de tenerlo considerado cual socio perverso y terrible de la represión, en todas sus formas, siempre como acción.

    Al complejizarlo, a la vez que nos golpea en nuestra modorra, secciona toda posibilidad de tranquilos adormilamientos satisfechos,    altera esa tan discreta digestión de nuestras vidas de relación detrás de la cual nos atrincheramos y lo ubica en su esencialidad, en la nuclearidad de verbos distintos, poderosos,  y para el común, extraños, también lo sublimiza ,  lo hace creador.

      Toda su obra es una advertencia, son sutiles y muchas veces, más que disimulados, escondidos destellos de advertencia, una invitación a una relación de constante vigilia con el poder, a sospecharlo siempre, pero no  hay en  su discurso intención alguna de velar ni menos negar, lo que este tiene implícito de creador y en tal condición detonadora, factor deseable, indispensable a la especie,  en su alrededor el hombre hará girar todo su proceso descubridor, de él y de su relación con el mundo.
    Lo que incita, lo que suscita y en la medida que  produce el poder,
    así lo transmite en Microfísica del Poder:

    “De forma general, los mecanismos de poder nunca han sido muy estudiados en la historia. Han sido estudiadas las personas que detentaban el poder. Se trataba de la historia anecdótica de los reyes, de los generales. A ésta se le ha opuesto la historia de los procesos, de la infraestructuras económicas. A su vez a ésta se a opuesto una historia de las instituciones[...] ahora bién el poder en sus estrategias, en sus mecanismos, nunca ha sido muy estudiado. Una cosa que ha sido aún menos estudiada, es el conjunto de relaciones entre el poder y el saber, las incidencias del uno sobre el otro. Se admite, es una tradición del humanismo, que desde que se toca al poder se cesa de saber: el poder vuelve loco[...]” Foucault, M., 1979: 99.
               
    También asume que no necesitaremos de mayores explicaciones para darnos cuenta que la ansiedad de poseerlo, ingenua y perpetuamente humana, va a destiempo, no sigue, quizás por que le sea imposible, el ritmo de los aconteceres, ese circuito dinámico en el cual el poder se ejerce, inaprensible, por más que los humanos, en forma por demás pueril, gocen más en las representaciones de poseerlo, que en las complejidades  de su ejercicio. Y este ejercicio, fuera de todas prenociones y construcciones culturales, no es monopolio de clase alguna, el poder existe, está en todos, lo tienen dominados y dominantes, son diferentes en  sus planteos.
     Lo hemos históricamente construído, en directa asociación con el duro ceño y el puño cerrado de poderes demoníacos. También nos han ayudado a concebirlo de tal manera. También nos han ayudado en el mantenimiento estricto de tal concepción.
               
    En el ejercicio de ese su arte y de su genio, es que  se hace síntesis todo el peso crítico metodológico de sus afanes filosóficos : el repensar.

    Es atribuido a Foucault, responder en una entrevista, no tenemos la cita, debería ser cierto, ya que tiene su aire y su genio,  requerido por su entrevistador sobre lo que tenía en mente al escribir Historia de la locura o el Nacimiento de la Clínica, no dudó en responder:

    “¿Sobre qué otra cosa sino sobre el poder?”

    En definitiva, todo queda por decir, solamente hay, he puesto, desgranando y construyendo letra con letra, palabras, y con ellas y a su través y desde el interior producido caos por la curiosidad y la ansiedad de comprender compartir, la lectura y reflexión del autor Foucault.

    “Como diría Foucault, el superhombre es mucho menos que la desaparición de los hombres existentes, y mucho más que el cambio de un concepto: es el advenimiento de una nueva forma, ni Dios ni el hombre, de la que cabe esperar que no sea peor que las dos precedentes.”
     Deleuze, G., 1998: 170.

                           
    Hemos tenido un de antemano bien sabido encuentro inmensamente superior en fuerzas a nosotros, hemos tenido el atrevimiento de empeñarnos con él en la búsqueda no ya de  objetivos, sino en los caminos, los hemos en alguna medida encontrados, desde el conocimiento,  mínimo pero importante de reconocer que no es asunto a enfrentar desde la comodidad, no son caminos fáciles, para nada fáciles, pero son maravillosos, parecen, pero sólo lo simulan ser laderas inaccesibles, parecen no tener donde ubicar  apoyos, pero aparecen en reminiscencias de Pandora y su caja,  permiten en esperanza siempre entrever la cima, no importa si a la misma rodean o no cerradas nubes, el movimiento siluetea la meta y ahí es donde se encuentran las fuerzas para seguir el fatigoso ascenso.

    ¿Qué nos queda de Michel Foucault?

    Queda su obra abierta, generosa, disponible.

    “La obra está ahí,
    ella hablará,
     todavía otros la harán hablar
     y hablarán de ella” 

    Así con estas palabras, con este discurso, desde esta inmensidad espiritual , desde el peso inconmensurable de su genio, despedía Foucault en ocasión de su funeral, frente a su tumba,  a Barthes,   otro grande del pensamiento  .



    • DESPEDIDA , FIN  y  COMIENZO.


    Durante este proceso de relacionamiento, prolongado y exigente, de compleja y fatigosa aproximación a quien como Foucault, es dueño  de tal exuberante estatura intelectual , llegué con naturalidad a la idea que dentro de esas miles de facetas que son el modo constructivo de su vida y su obra, las mismas están indisolublemente ligadas al  ser humano.

    A veces en el descubierto, expuesto y exhibido, las más veces replegado en recónditos espacios, en  retaguardias interiores de  difícil acceso en otras, las avenidas de aproximación constituyen rutas que a veces solapa en sus textos, y nos pone delante como acertijo fantástico a descubrir, no puedo desde lo que conocemos de su vida aseverar su felicidad o su contraria, pertenece al mundo de sus construcciones abstractas y subjetivas, me parece que no debe intentarse, debe huirse de la tentación de catalogar, numerar, archivar, o cualquier otra acción, en relación con Foucault, no lo creemos mensurable. 
    Tampoco le quitamos dimensión humana, por lo tanto, imperfecto por definición, sabemos de alguna de sus dudas y flaquezas, sabemos algunos de los episodios que lo deben haber sumido en pena y dolor, sabemos de algunos de los episodios que en su propia visión personal de la vida, deben haberlo ayudado a constituir estados que genéricamente conocemos y rotulamos de felices según y siempre discutibles modelos clásicos.

    El hombre, en esa  especial medida en que Borges lo ubica:

    ”Un hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino;
    un hombre
    es a la larga, sus circunstancias.” 
     La escritura de Dios. El Aleph. J.L.Borges

    El ser humano, el  Foucault mortal, con sus carnes y sus huesos a cuestas, desde el fondo de sus sueños, fantasías, dudas, temores e inseguridades, pero también desde su exquisita sensibilidad para con todo lo humano hubiera entendido e interpretado estos versos torturados envueltos en la cadencia sensual de los acordes de un tango, en su escenario natural poblado de gentes, cargando sus amores, ambiciones y miserias, y quizás lo hubiera convalidado como una aproximación entre otras a los vericuetos misteriosos de la vida de los hombres.
                            
                                  
    Estás desorientado...
    y no sabés que trole hay que tomar,
    para seguir,
    y en ese desencuentro con la fé,
    querés cruzar el mar y no podés,
    la araña que salvaste, te picó,
    que vas a hacer,
    y el hombre que ayudaste te hizo mal,
    dale nomás,,
    y todo el carnaval
    gritando pisoteó
    la mano fraternal que Dios te dio.
    Que desencuentro...
    Si hasta Dios está lejano,
    llorás por dentro
    todo es grupo...todo es vil
    y en el corso a contramano
    un grupí vendió a Jesús
    No te fíes ni de tu hermano,
    se te cuelgan de la cruz...

    Desencuentro.
    Tango.
    Cátulo Castillo y Anibal Troilo.



    Bibliografía:

    1. Deleuze, Gilles, FOUCAULT, Paidós, Barcelona, 1987

    1. Eribón, Didier, MICHEL FOUCAULT,  Anagrama, Barcelona, 1992


    1. Foucault, Michel, HISTORIA DE LA SEXUALIDAD, La voluntad de saber, Editorial siglo XXI, España,1999.
    2. ______________ HISTORIA DE LA SEXUALIDAD, El uso de los placeres, Editorial Siglo XXI, España, 1998.

    1. ______________MICROFÍSICA DEL PODER, Ediciones La Piqueta, España, 1979.

    1. Macey, David, LAS VIDAS DE MICHEL FOUCAULT,  Editorial Cátedra,        Madrid,1999 

     

    Algunas tapas de sus libros: 

     











     

    Anexo: Michel Foucault. Diálogo con Alan Baidiu



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