Hace un tiempo participé en una ceremonia religiosa y católica apadrinando a Leandro, niño recién nacido. Hijo bienvenido y esperado en felicidad por un matrimonio amigo residiendo en el extranjero.
Más allá de todo cuestionamiento o reflexión ideológico-filosófica, desde que realmente mi relación con lo divino es tenue y con la religión inexistente, pese a una historia personal teñida de sotanas propias y ajenas en mi primera niñez.
El ritual de cristianización, el bautismo, igualmente emociona como todo aquello que proviene del mundo simbólico. Fue si una experiencia removedora y emocionante. Desde mi mundo profano, antes de enfrentar la misma, en una noche de pensamientos como otras y como tantas, pensando en la legitimidad de mi intervención, resolví un par de cosas: una de ellas que aunque pudiera en tiempos ha ser pecado de herejía, hoy sentía honestamente que estaba glorificando lo correcto, es decir mi afecto y mi amistad por los padres y sellando un compromiso que realmente asumo con el alma de convertirme en segunda línea de defensa , detrás de sus padres, y primera en su ausencia.para todo aquello que pueda ser necesario a su felicidad.
La otra es que mi humilde lapiz sintió necesidad entonces de poner sobre blanco papel emociones varias y ahí salieron un par de poemas, que realmente son un canto a la maravilla del nacer y a la pureza frágil y vulnerable de los niños.
Niño
A Leandro Pascual, tan esperado.
Cuando un niño nace
La madre
tierra, aliviada, suspira.
Cuando un hijo nace,
alumbra ,
de su madre, el alma.
Fortalece también este milagro
el brazo de su padre
y lo rodea
de extraño brillo .
De los ojos niños
brotan en
estrépito estrellas,
que brillantes se
cuelgan en el cielo,
¡llora!
dicen felices las comadres
entreteniendo
desde allí
noches de
cuna con sus guiños.
De la miel de sus ojos…
la madre
toma fuerzas
y sus pechos felices ,
regalan vida.
Su padre…
Concentrado
, serio,
afila sus brillantes
flechas,
Para que silben certeras en el aire ,
y tensa
el mejor de sus arcos.
j.n.viana Montevideo,
16 de noviembre 2011
De almas y otros asuntos
Para mi ahijado Leandro Pascual.
Las almas
aún cuando no hablan,
niño…
las almas en cambio sienten,
niño.
Por eso,
cuando te entristezcas
con esas cosas de los días
-que a todos nos sucede-
en algún tiempo u otro
niños o no
-que todos tenemos alma-
no
pienses que ella
no te entiende,
¡comunícate!
Tan sólo roza con tu mano
la piel
suave de tu madre,
besa
la cara picante de tu padre,
abraza el cuerpo tibio de tus hermanos
¡Y no dudes!
Ella,
el alma...
la tuya
las ajenas
lo sentirán.
j.n.viana. Montevideo. Noviembre 11 de 2011
Tú lápiz será humilde si así lo sientes,en todo caso eso no deja de ser un mérito más que simplemente contiene con la forma de tu alma dos preciosos y amorosos poemas.Ese niño,Leandro,tan esperado ha sido además,recibido y arropado con el especial don de tus palabras
ResponderEliminarEstimada Susana: Palabras amigas. Palabras buenas y muy dulces. Te las agradezco. Mucho y especialmente. julio
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